Somos la Congregación de Hermanas Carmelitas de la Caridad-Vedruna.
Nuestro grupo nació en Vic (España) el 26 de febrero de 1826 por iniciativa de una mujer excepcional, Joaquina de Vedruna y de Mas (1783-1854).
Aquella primera comunidad inicial pervive hoy en las más de 2.000 hermanas “de toda raza y nación” (Ap 7,9) presentes en diversas naciones de Europa, América, Asia y Africa.
Distintas en esta rica diversidad, nos unen en comunión profunda, el seguimiento de Jesús y la vivencia del carisma de Joaquina de Vedruna.
La fidelidad a este doble compromiso nos lleva a vivir abiertas al Espíritu y atentas a sus llamadas a través de la historia para, a la manera de nuestra Fundadora, “emprender lo que Él quiera en cada nueva situación”, “con espíritu fuerte y resuelto”.
Nuestro carisma
La misión de anunciar la Buena Noticia del Reino, es la razón de ser de nuestra vocación.
Esta única misión “configura nuestra vida, nos une en fraternidad” y nos sitúa en la perspectiva de Cristo, presente en los que sufren y en los que buscan, para ser entre ellos testimonios de amor y de servicio a la vida y a la dignidad de cada persona, porque todos somos hijos amados del mismo Padre.
El compromiso vocacional Vedruna nos lleva a concentrar nuestras fuerzas y energías a este único fin: “la gloria de Dios y el bien del prójimo” y nos invita a tener el oído atento a Dios, los ojos fijos en Jesús y los pies en la realidad sufriente del mundo.
Un estilo de comunidades - Queremos ser comunidades
Pobres y comprometidas con los pobres
• Para vivir en solidaridad y en actitud de servicio con quienes la sociedad deja los últimos.
• Para vivir en austeridad al estilo de Jesús, compartiendo lo que somos y tenemos.
• Para vivir luchando por un mundo más justo que elimine las causas de la pobreza.
Orantes y contemplativas en la vida
• Para ser mujeres de espíritu, con la luz de Dios en los ojos, que den esperanza y sentido a nuestra sociedad en búsqueda.
• Para ser anuncio inteligible de la presencia y acción de Dios en la historia de todos los días.
• Para crear espacios donde compartir la fe y donde leer la vida a la luz del Evangelio.
Fraternas y creadoras de fraternidad
• Para vivir el espíritu de familia y la alegría evangélica que nos son propios.
• Para fomentar la vivencia comprometida de la corresponsabilidad y la vida compartida.
• Para superar los retos del pluralismo y crear espacios reales de acogida y diálogo.